Apóyate en Dios

Mientras estábamos en un parque acuático con amigos, intentamos abrirnos paso por una pista de obstáculos flotantes. Las plataformas flexibles y resbalosas hacían que caminar fuera casi imposible. Después de tambalearnos un poco, siempre terminábamos en el agua. Cuando completamos la pista, mi amiga se apoyó en una de las «torres» a recuperar el aliento. Casi de inmediato, esta cedió bajo su peso, lanzándola al agua.

De gran estima para Dios

De niño, el padre de Ming era duro y distante con él. Incluso cuando Ming se enfermaba y tenía que ver al pediatra, se quejaba y decía que eso era un problema. Una vez, Ming oyó una discusión y se enteró de que el padre había querido que lo abortaran. El sentimiento de ser indeseado lo persiguió hasta la adultez. Cuando aceptó a Jesús como Salvador, le resultaba difícil relacionarse con Dios como Padre, aunque lo conocía como Señor de su vida.